lunes, 4 de febrero de 2019

"Paloma fea"

El otro día, un lunes, me detuve en una plaza a la que le guardo especial cariño. Me senté a llenar mi memoria de buenos recuerdos, como esos niños que se columpiaban con las hojas de plátano oriental bailando al son de las seis de la tarde.
Rondas, bicis, celulares, mamás, cuidadoras, había todo tipo de entretenimiento. Corrían detrás de las palomas. En eso escucho que los niños le gritan a una: "Paloma feaaaa!!" mientras la corretean y acosan sin parar, como si el bullying no fuera un problema.
Me quedé pensando "qué hizo esta paloma para que la traten así?".
A mí no me gustan las palomas, sobretodo luego de haber trabajado en el Paseo Bulnes, que en realidad debiera llamarse "Paseo Paloma" porque es un monumento a nuestra ave nacional no oficial. Sin embargo, las he respetado a lo largo de mi vida.
Bueno, sí, alguna vez se me ha escapado un "paloma culiá" cuando, urgidas por las migas de pan que les tiran los viejos, surcan el aire con unos aleteos llenos de enfermedades, polvo y piojos de paloma (no sé cómo se llaman ni si existen, en realidad...). Pero no correría detrás de una insultándola como estos niños.
Desde que mi tata murió, tengo la esperanza de encontrarlo no solo en objetos y dichos que se transfieren dentro de sus descendientes, sino también en otros seres vivos.
Desde que miro a las palomas y pienso que podrían ser mi tata que nunca más volví a decir "paloma culiá". Creo que a mi tata no le gustaría que le dijera eso cuando él lo único que intentaba hacer era contaminar mi helado.

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