viernes, 23 de mayo de 2014

Mi primera vez

Esta columna va dedicada a tod@s es@s cabr@s que piensan que cuando salí del colegio me regalaron un auto, que soy pro-vida y contraria al aborto, que mi snack favorito es el caviar, que gracias a mi altura siento deseos viscerales de mirarl@s a tod@s por sobre el hombro y muchos prejuicios más:

Hace unas semanas me junté con mis amigas del colegio. La idea era sentarse en torno a una pizza, algunos brebajes, y brindar y comer mientras hablábamos de la vida. Eso hacíamos cuando de pronto apareció el tema de "la discriminación por vivir y haber estado en un colegio de Santiago oriente", y la mayoría coincidimos en que muchas veces no habíamos querido revelar la comuna en donde vivíamos por el simple miedo a que nos etiquetaran como "princecitas", "dueñas de un castillo de cristal", "galopante de tiernos y rosados ponys", "tonta por naturaleza", "habitante de una burbuja" y cosas por el estilo. Pienso que este es un miedo que no embarga a toda la clase alta, sino que más bien a quienes intentamos salir de esa burbuja. Todas sabíamos desde chiquititas cómo llevar una relación con otras personas cuicas. Sin embargo las más curiosas no sabíamos qué decir y qué no decir cuando queríamos hacernos las amorosas con gente que no estaba dentro de nuestra burbuja.

Aki mi casa, piola.

Cuando chica nunca me relacioné con gente con origen distinto al mío, por lo que nunca tuve que sufrir la discriminación por venir "de cuna de oro". Pero esto no duraría por mucho tiempo. 

Mi lecho en los primeros meses de vida.

Yo solía vivir en un campo grande, con muchos animales y con muchos amigos con origen social más o menos parecido al mío, por lo que no había lugar para las dudas: hablábamos de objetos que probablemente nuestros papis nos podrían regalar en un chasquido de dedos y de los colegios en los que nos habían puesto. 

Cuando mis papás se separaron tuvimos que irnos de esa casa y nos vinimos al horroroso "Santiago", donde la gente, pensaba yo en mi tierna cabeza, debe ser igual a la gente que conocí en mi barrio anterior (en realidad mi otrora lugar de residencia quedaba dentro de la Región Metropolitana, pero era en aquellos tiempos en que Vespucio eran una pista en un sentido y otra pista en el otro).

Mi hermana chica rápidamente entabló relaciones con los cabros shigos del lugar: se hizo un grupo como de 10 y jugaban a Rocket Power. Yo miraba la escena y decía "qué panorama más deseable", pero yo ya no estaba en edad para andar jugando a esas cosas. Pero, por otra parte, las niñas de mi edad del lugar no querían jugar a Rocket Power, sino que querían jugar a quién tenía más pinches en el pelo y de distintos colores y quién lograba desafiar más la gravedad recogiendo su pelo en montoncitos de moños. Claramente este era un panorama que no llamaba mi atención. Por lo tanto hice un chasquido de dedos y el pololo de mi mamá de ese entonces me regaló un nintendo64. 

Famoso peinado post-noventas, muy popular entre las niñas cercanas a mí en edad en esa época.

Un día, mientras jugaba Banjo Kazooie, mi hermana chica se acercó a mí y a mi hermana grande y nos dice "el Pancho (uno de sus amigos) tiene una hermana que es un año mayor que tú (señalando a mi hermana). Y le dijo a mi amigo que por qué no se juntaban. Si aceptan las está esperando en su casa". Era entusiasmante que alguien quisiera hacer migas con nosotras, unas pobres campesinas que habían perdido a tod@s sus amig@s con el cambio de casa. Le pedí perdón a Banjo Kazooie, apagué la tele y nos fuimos. Me acuerdo que su departamento quedaba en uno de los pisos más altos del edificio, por lo que tomamos el ascensor en dirección hacia arriba. No había nerviosismo, solo ansiedad de poder encontrar una buena amiga. Llegamos y salió esta niña que debe haber tenido unos 14 años (una autoridad moral para mí que sólo tenía 10 años) y nos hace pasar a su pieza. No me acuerdo de qué hablamos. Probablemente fue de música porque recuerdo haber salido de su casa con la impresión de que me caía bien, y en ese tiempo el criterio que me permitía juzgar era "qué música le gusta". Creo que no tenía muy buen gusto musical, pero al menos conocía a todas las bandas que me gustaban y tenía una opinión sólida frente a ellas. Dije "bueno, este es el momento en que mi mente tiene que abrirse. Es ser amiga de ella o morir solos con Banjo Kazooie". Decidí que aceptaría otra invitación a su casa o bien que la invitaríamos a nuestra casa. Se lo merecía!

Los días comenzaron a pasar. Nada pasaba. Ningún llamado por citófono, una cartita por debajo de la puerta, un recado con nuestr@s herman@s: NADA. Pasaron las estaciones pero mis esperanzas se mantenían iguales. Por poco pensé que había muerto porque por más que intentábamos tener noticias de ella todo indicaba que había desaparecido de la faz de la tierra.

Por suerte l@s niñ@s dicen la verdad. Un día le encargamos a mi hermana chica que le preguntara al hermano de nuestra "amiga" que qué había pasado, si no tenía ganas de juntarse, QUÉ WEÁ. Mi hermana dijo "bueno", y como lo hacía usualmente bajó las escaleras y se fue a jugar con sus amigos. Volvió a la casa sudada y con el skate debajo de su hombro y con mi otra hermana fuimos a abordarla. Le preguntamos "y? le preguntaste?" y su respuesta fue esta: "sí, dijo que no quería juntarse más con uds. porque las encontraba paltonas". ¿¿¿PALTONAS??? Nunca en mi puta vida había escuchado esa palabra. Relativo a la palta? Qué tengo yo que ver con una palta? Mi hermana es blanca de piel pero...no verde. No entiendo. Hasta que en un momento mi hermana dice "aaaah! ya sé!! Debe haber querido decir que éramos PALETONAS! Mira, fíjate, tenemos las paletas grandes (dientes frontales de arriba, o 'incisivos')". Sonaba convincente, pues era cierto que ambas teníamos las paletas grandes, pero no entendía por qué alguien excusaría su no-disponibilidad en que éramos demasiado paletonas para ella.
Mirenlo... merece morir solo

Después de esto empecé a fijarme en el tamaño de los dientes de todas las personas e intenté descubrir qué tan grandes eran sus círculos de amigos. Pero nada me hacía sentido, no pude establecer ningún tipo de relación entre una cosa y la otra.

Básicamente viví una parte de mi infancia bajo el ENGAÑO pensando que las personas paletonas merecían ser discriminadas.

Con el tiempo fui conociendo el lenguaje coloquial de la gente de la ciudá...y descubrí por qué había sido discriminada. La razón de por qué mi amiga no quiso hablarnos más es porque éramos muy paltonas, es decir, que en nuestro discurso revelamos tener mucho dinero a su juicio. Era primera vez que alguien decidía cortar relaciones conmigo porque tenía un nintendo64 y un supernintendo, porque comíamos Chocapic en vez de Cereal Líder o porque mi mamá nos llevaba a comer a restaurantes porque le daba lata llegar de la pega a cocinar, cosas que EN NINGÚN CASO eran culpa mía.

Después de este episodio mi cabeza pensó que tener plata era razón para avergonzarse o razón para tener menos amigos, y eso explica muchas situaciones que viví después, como empezar a decir que había vivido en 'Colina' en lugar de 'Chicureo', escaparme de mi casa para realizar eternos viajes en micro para sentirme más pobre y sensibilizada con el dolor de la gente que tenía menos que yo, vestirme de manera harapienta para esconder mi origen social...básicamente de dejar mi historia no en mi casa, sino que en un rinconcito de mi cabeza. 

Para la tranquilidad de aquell@s que están leyendo esto y que sufrieron lo mismo que yo tengo algunos consejos que darles y que he aprendido con el tiempo:

1) No importa cuánto lo escondas, igual se te va a notar de dónde vienes o, como diríamos l@s sociólog@s, EN ALGÚN MOMENTO TE LE CAERÁ EL HABITUS.

2) Consuélate pensando que hay gente que a pesar de que por tu discurso se puedan desprender muchas cosas igual se ha dado el tiempo de conocerte y ha descubierto que eres mucho más que la comuna donde vives.

3) Bueno ya, si quieres seguir usando ropa harapienta como yo encárgate de que al menos te guste, en lugar de querer andar pasando piola siempre y de sentirte incómod@ con lo que usas.

4) Como ya dije, haber tenido un buen pasar en tu niñez NO es tu culpa. Ahora, hay que decir que ya eres grande y que el que va trazando sus caminos ya no son tus papis sino que TU MISMO, por lo que si quieres desprenderte de tus hábitos burgueses (sean cuales sean, cosa tuya) este es el momento en que tienes que empezar a hacerlo.

5) A pesar de que niegues tu origen, tienes que reconocer que haber sido criad@ por la alta alcurnia nacional también te dejó buenas enseñanzas ¡transmítelas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario