lunes, 5 de octubre de 2015

Un verano en la playa

Es tarde y mañana hay mucho que hacer, estoy en medio de un cambio de casa y terminando el Informe de lo que serìa "mi primera pega como sociòloga", pero m'importa un hoyo. Mañana hay que madrugar pero necesitaba este espacio para, entre tanto estrès y mierdas, reirme de alguna de las tantas estupideces tragicòmicas que me pasan en la vida. Màs encima estoy escribiendo desde un computador que no es mìo y màs encima es un Mac, asì que los tildes me salen pokemones, pero pìíícOh.

Hoy vengo a contarles parte de lo que fue mi verano 2014. Sì. Un lindo verano en que conocì parte del litoral central que no conocìa, una bella oportunidad para hacerlo.
Porque sì, los veranos estàn cada vez màs calurosos en Chile y es de imbècil quedarse en Santiago cuando tienes una invitaciòn a la playa, donde la corriente de Humboldt te abraza (o abrasa?) con su manto fresco, lo que definitivamente es màs agradable que quedarse en la Gran Capital.

Recibì un llamado de Maxi (mi pololo) invitàndome a la casa de veraneo familiar en Punta de Tralca-El Quisco. Habìa ido el año anterior y habìa sido una buena experiencia, por lo que sin vacilar dije que bueno. 
Comprè un pasaje en bus. Eran las 10:00 am y yo estaba parada en el andèn 41 del terminal Usach esperando que mi bus, con hora de salida a las 10:00 hrs., llegara para abordarlo. Por esas cosas de la chilenidad, el bus llegò a las 12:00 y a mi me rugìa la tripa. De mal humor, me subì al bus esperando llegar luego para sentarme en la tan preciada mesa del almuerzo. 
Tipo 14:00 hrs lleguè al terminal de El Quisco y estaban mi pololo y su papà esperàndome. Recibieron mis maletas y nos subimos al auto. Almorcè, se me repuso el humor y volvì a ser el encanto de persona que soy. 

Quienes me conocen sabràn que luzco asì cuando tengo hambre
Pasaron los dìas y yo me sentìa una veraneante màs de los balnearios de la zona central. Ya me importaba una raja (literalmente) andar con bikini-colaless entre los bañistas, pues era una gran oportunidad para broncearme y no la perderìa por andar pensando que me iba a ver la tía abuela del Alberto (mi perro).

Uno de esos dìas Maxi me dijo que querìa llevarme a conocer Tunquèn. Yo no conocìa este lugar pero sabìa que la gente de buena familia iba para allà. Como yo soy tan bien nacida dije "ok, yo merezco conocer ese lugar antes de cumplir los veinticinco años" y un buen dìa partimos para allà. Mi suegro nos dejò en un camino y luego nosotros le echamos para adelante. Era un dìa nublado y mi cabeza concluyò "nubes = sombra = frìo = no-sol = los rayos ultravioleta no existen por hoy". Por tanto era el dìa perfecto no solo para broncear mi blanco y poco expuesto trasero, sino que tambièn hacer topless. La bella playa de Tunquèn estaba realmente desierta, por lo que nadie me verìa haciendo de las mìas. 

Dèjenme adivinar ¿creen que la parte divertida de esta historia tiene que ver con desnudez frente a otras personas? bueno, dèjenme decirles que ADIVINARON. Sin embargo temo que la parte que uds. piensan que viene pues... no va a pasar en esta parte de la historia.

Bàsicamente ME EMPLEOTÈ y me pasèe en pelota o semi-en-pelota por todo Tunquèn, sin importar los escasos pescadores, gaviotas o granitos de arena que andaban dando vueltas por ahì. De pronto decidì que el momento habìa llegado: habìa que dormirse una siestecita de guataca al sol, lo cual es una de las obligaciones de todo veraneante. Y lo hice. Y SIN BLOQUEADOR, pues era un dìa nublado y por eso no me iba a quemar, porque las nubes indicaban obviamente que en cualquier momento se largaba a llover.

Parece que a alguien le faltò leer más de esto ...
Pucha pero nunca lloviò, mis conocimientos meteorològicos habían fallado por esta vez. Y bueno, despertamos de la siesta y nos pusimos a caminar sin rumbo hasta que llegamos cerca de Algarrobo. Pasamos por unas playas preciosas, con unas rocas tremendas en la orilla, y hasta vi una culebra (segùn yo era una pitòn pero le bailè y no bailò a mi ritmo asì que era una culebra). Caminamos como tres horas a plena nube, no habìa ningùn indicio de que el sol iba a salir, asì que nada de echarse protector solar (porque, por lo demàs, no habìamos llevado) y echèmosle para adelante no màs, que està buena la caminata. De pronto llegamos a un lugar cuyo nombre no recuerdo ahora y fue como "se està haciendo tarde, volvamos a la casa". No supe lo longi que habìa sido hasta que intentè sentarme en un asiento de la micro y quise llorar del dolor: mis pobres cachetitos y piernas habìan sido engañados por las nubes y quemados de manera cruel y malintencionada. 

¡Malas! ¡Nunca las perdonaré!
Ante este escenario comencé a alarmarme y le preguntè a Maxi de què color tenìa las piernas y me dijo "color cangrejo cocìo moreteao" por lo tanto rojo y morado. Como este color de piel es tan normal mantuve la calma (a pesar de que me dolìa màs que la chucha), pasamos al supermercado para comprar las cosas para hacerle a la familia la tan prometida cena que les habìa dicho que harìa, y volvimos a casa. 

La familia de Maxi es bastante preocupada, así que en vez de preguntarme de dònde había sacado ese bello y fascinante bronceado hawaiiano me dijeron "Manecita, estàs muy quemada! Echese algo! Le duele?" y yo "NAAAA SI ESTOY BIEN (mentira)", y pensaba "por qué se preocupan tanto si està todo normal" mientras me sujetaba la piel porque se me estaba quebrando y me amenazaba con hacerme desaparecer tornàndome en polvo rojo-morado. 

Me di la ducha más difícil de mi vida y estando allí me di cuenta de que no eran solo mis cachetes y mis piernas los afectados, sino que TODO MI CUERPO, incluyendo piel debajo de las uñas, párpados, lóbulo de la oreja, fosas nasales y entrañas. Las gotas eran cuchillos en mi piel y aunque apagara la ducha el dolor seguía ahí. Fue el momento en que dije "parece que estoy un poco cagada ¿no?". Necesitaba ponerme la ropa más ligera posible, por lo que le pedí a Maxi un pantalón de buzo y un polerón. Al momento de optar por ropa interior pensé "lo que tenga menor género y me quede lo más grande posible". El resultado: un colaless avon que me regaló mi tía pensando que yo era más culona de lo que realmente era, de color lila satinado y con delicadas y coquetas aplicaciones de encaje en color naranjo pastel. No estaba mal pensando en que, a pesar del dolor y todo, al día siguiente era el Dia de San Valentín, único día en el año en que es socialmente aceptable usar esas ropas para seducir.
Una vez vestida intenté sentarme en la mesa para tomar once y fue un suplicio permanecer sentada más de diez segundos. Intentaba acomodarme pero nada servia: al parecer estaba totalmente rostizada. Ante tal desesperante escenario decidí que no tenía nada mejor que hacer que ir a acostarme y tomar muchísima agua (lástima que no había llevado mis "nohagaiweácetamol"), y esperar que el dolor pasara con los días. Me dejé llevar por el sueño con la esperanza de amanecer de color normal al día siguiente y descubrir que todo había sido un sueño.

Claramente dormí como el orto porque cualquier posición que me implicara a mi de por medio se volvía dolorosa. Quería morir momentáneamente y lamentaba tener activo mi esfinter, pues pararse para ir al baño era una tarea difícil. Evité ir al baño durante toda la noche, hasta que a la mañana siguiente, tras despertarme con un llamado telefónico de mi papá, decidí que era el momento de ir. Cuando me enderecé sentí dolor porque la sangre me llegó con mayor fuerza de gravedad a las distintas partes de mi cuerpo. Pero cuando me paré sentí a mis extremidades agrietarse y separarse de manera muy poco piola. pensé que al mirar mis piernas ríos de sangre chorrearían, pero en vez de eso veía a mis piernas rojas a través de las cuales se notaba el ritmo del corazón bombeando sangre. Sentí uno de los peores dolores que he sentido en mi vida. Pero si no iba al baño me iba a mear así que fui.

Cuando iba a entrar al baño me encontré con la Güeli (la abuela de Maxi), quien estaba sacando la basura de allí. Le dije que necesitaba usar el baño con algo de urgencia (sólo había un baño), por lo que se apuró y me dejó cerrar la puerta para poder encontrarme íntimamente y a solas con mi pipí. Cuando cerré la puerta sentí que mis huesos se ablandaron y que se me hacía dificil mantenerme en pie. Como me estaba haciendo pipí me olvidé rápidamente de este pensamiento y seguí con lo que iba a hacer. Maxi me había prestado su pantalón de buzo para dormir porque era más holgado que las calzas mega stretch que había llevado yo de pijama, y me bajé lenta y controladamente los pantalones para evitar cualquier roce que me hiciera chillar como animal moribundo. Todo resultó como quería, salvo porque ahora sentía que mis huesos eran de chicle y que mi postura erguida iba colapsando con el paso de cada segundo. En ese momento me puse a tiritar y a caer encima de lo que fuera que tenía al frente, mientras trataba de sentarme en el water para terminar la tarea que había comenzado. En eso sentí unos golpes en la puerta. Era la Güeli, quién me preguntó si me iba a duchar para en ese caso prenderme el calefont. Mi estado era tal que no era capaz de articular ni una palabra, por lo que en mi digno estado le abrí la puerta, con la mirada perdida, tiritando, a punto de caerme de bruces y con ella en el camino. Ah! Y con los pantalones Y MI COLALESS AVON CON DELICADAS Y COQUETAS APLICACIONES DE ENCAJE NARANJO PASTEL abajo mientras me meaba, pues no alcancé a sentarme en el water.

(Feliz día de San Valentin)

Paréntesis: ¿conocen el mecanismo que tienen los perros para marcar un territorio como símbolo de que ese lugar les pertenece? Bueno, solo quiero aclarar que NO FUE ESO LO QUE QUERÍA HACERLE A LA GÜELI. 

Desde hoy, mis queridxs amigxs, saben que hacerse pipí encima de personas y/o cosas no es propio de los perros no más.
Me empecé a desvanecer encima de una persona mayor de 85 años mientras me sujetaba con sus fuertes brazos que evidenciaban su formación como educadora física mientras me preguntaba "Mane ¿qué te pasa?". Miró el charco que había dejado debajo mío y de ella y me preguntó "¿te hiciste pipí?" y yo con cuea asentí. Comenzó a pedir ayuda y llegó mi suegra, y entre las dos me llevaron a la cama donde yo estaba durmiendo. Hay que anotar el detalle de que, mientras me arrastraban, yo seguía con los pantalones y colaless abajo y meada, mientras mis cuñados miraban con curiosidad desde el fondo del pasillo. SÍ, UNA VERGUENZA MÁS PARA MI HISTORIAL. 
No, no es tu tío curao pal 18. Soy yo. 


Maxi dormía raja y no se había enterado de nada de esto, hasta que me entraron a la pieza donde dormíamos para acostarme en la cama y subirme los pies a un ángulo de noventa grados para que me bajaran las revoluciones. No sé en qué momento alguien fue a buscar una cucharada de sal y azúcar y me las pusieron debajo de la lengua para que me bajaran más rápido las revoluciones. Estaban todas las mujeres de la familia + Maxi al rededor mío y yo no entendía qué mierda estaba pasando, hasta que caí en la cuenta de que estaba semiempelota con una cucharada de sal y azúcar abajo de la lengua y meada entera. Comprendí que mi irresponsabilidad de no usar y ni siquiera pensar en llevar bloqueador había llegado más lejos de lo que pensé que podría llegar, y por longi me tuve que quedar como 5 días en cama sin poder moverme. Por lo demás, la súper comida que le había prometido a la familia tuve que hacerla con una cuchara de palo en la mano y aloe vera en la otra, cuidando de no desmayarme encima del horno. 

Entre los sucesos que ocurrieron a causa de este gran fail, se encuentran:

1) Haber tenido que estar acostada cinco días sin casi moverme
2) En el tercer día haber tenido (y haber querido) levantar el poto para ir al concierto de Transatlantic, para el que teníamos entradas desde hace tiempo, y tener que pedir compasión al guardia para que me dejara entrar con mi cojín para poto quemado, botella de agua de tres litros y cantidad de blistik nivel voy a vender adentro del teatro caupolican
3) Almuerzo familiar con mi mamá, la típica foto de las tres hermanitas y yo con cuea pudiendo sonreir y mi mamá diciendo "te queda bien ese tono de piel".
4) El convencimiento por parte de al tìa de Maxi de que definitivamente estaba embarazada, con "felicitaciones para los tres" incluida.

¿Por què chucha no existe Pepe Grillo en la vida real?

Agradecimientos: a mi amiga Anaïs Darsenz, quién al poco tiempo de ocurrida la historia me pidiò escribirla en el blog. Ante tan ignominiosa solicitud decidí enojarme con ella porque no era empática con su pobre amiga que la había pasado tan mal. Lo de que no era motivo de risa me duró hasta que tuve que ponerme creativa.

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