lunes, 7 de abril de 2014

Largo Tour por Pudahuel y por Enea

         ¡Hola! Hace mucho tiempo que no escribo. Si me hubiesen dicho "escribe lo que sea" sé que las pocas personas que leen esto probablemente se habrían aburrido porque tenía ganas de irme en dos volás que creo que retomaré en algún momento de mi vida: 1) la relación entre la libertad sexual el neoliberalismo económico y 2) la defensa de "lo natural" como lo bueno, lo moralmente correcto, lo intachable. Pero ya que sé que hay más que sociólog@s leyendo esto y que, por lo tanto, no estarán dispuestos a leer tales pajas mentales en las que sólo gente con formación profesional como la mía cae -y más encima se ENTRETIENE ajajaj-, voy a contar una de mis tantas historias chistosas. A veces siento que toda esta información podría ser usada en mi contra pero...qué va, esto no me hace peor persona! 
El día 30 de abril del año que pasó (2013) me encontraba yo con la grata compañía de amigas en el famoso restaurante Chancho Seis, famoso por sus martes de duelos de payas. Imbuida de un sentimiento fervoroso de entre creatividad y orgullo por las personas que participaban de las payas, disfruté a concho el rato pasado dentro del restaurant. 

El famoso Chancho Seis

Ya se acercaba la hora del cierre del metro y mis amigas sugirieron partir para alcanzarlo. Yo, tranquila, sabía que la micro que me llevaba a mi casa, mi querida 514, pasaba a tan solo unas cuadras del lugar. Dispuesta a todo, y a pesar de que evito andar en micro tarde, me despedí apurada de mis amigas y en pleno Matucana abordé mi micro con destino al hogar. Estaba algo hiperventilada por lo que había visto en el bar; por lo general las muestras musicales, sobretodo cuando contienen improvisación pura, me emocionan y me hacen desear haber seguido con mi empresa de estudiar música y después pienso "puta, no wn..si con sociología me volví loca con música habría sido peor" y lo pienso y me dan ganas de decirlo pero en décimas, porque ya que fui a ver a unos payadores no me puedo quedar atrás. Sería algo así como...
Putas que me siento rara
cada vez que me preguntan,
pasándose pa la punta,
por qué no me uní a los parra
Yo digo "no pasa nada",
que hace rato lo sabía
y, aunque nunca lo decía,
me meti a esta carrera
ahora ruego por una pega
por haberestudiaosociologíiiiaa

Y ahí me doy cuenta de que no tengo el talento que juraba que sí tenía. Pero bueno, continuemos con la historia.Pensaba "estos weones deben tener mucha calle como pa que se les ocurran tantas palabras que rimen y que peguen". Mientras pensaba esto vi cómo mi micro doblaba por Portales pero no hacia el oriente como hubiese esperado, sino que hacia el poniente, es decir, en dirección contraria a mi casa. En este momento decidí que esta era una oportunidad para tener la calle que necesitaba para poder hacer una paya como la gente y no el bodrio que se me había ocurrido un rato atrás. Me dije: "me quedaré en esta micro hasta que llegue a su destino final y se de la vuelta; llegaré a casa tarde o temprano". Como no tenía apuro alguno me lo tomé con calma. Con este largo tour por Quinta Normal quedaría lista para mandarme la paya de los dioses. Sin embargo mi corazón comenzaba a latir más fuerte cuando me daba cuenta de que ya no estaba en Quinta Normal, sino que en no sé dónde mierda. Ese día había un partido importante, y había mucha gente en las calles demostrando, a punta de fuego y botellas de vidrio, su respetable pasión por su equipo. Esto, por supuesto, me hizo sentir muy segura así que, a pesar de que pasé por fuera del metro Barrancas, mi razonamiento me dictó que tenía que seguir en la micro y así lo hice. Como dije, no tenía idea de dónde estaba. A esto se sumó que mi teléfono estaba a punto de apagarse y me dieron ganas de comunicarle al mundo mi osada aventura. La primera persona en quién pensé fue en mi pololo Maxi, y no porque necesitara protección, nonono, sino para simplemente huevearlo diciéndole a través de un sms "estoy perdida al cerca de tu casa". Ahí ya había cachado dónde estaba porque pasé por al lado del ex-mundo mágico, conocida -y marchita- referencia geográfica. 
Esto en realidad es mucho más de lo que quedó de Mundo Mágico.

No recibí respuesta alguna...y no es que la haya estado esperando por si acaso ¿ah? En eso caché que la micro iba a bajar por San Pablo y me tranquilicé al saber que estábamos en una calle con nombre de estación de metro. Una señora que iba al lado mío cachó que estaba perdida y me dijo "a dónde vas?" y le dije que a Ñuñoa, respondiéndome que había tomado la micro en dirección correcta. Yo, con toda la seguridad y desplante del mundo le dije "si sé, sólo estoy esperando a que llegue a su destino final, se de la vuelta y me lleve a mi casa y me acueste en mi camita". La cara de la señora cambió. Con tono de decepción me dijo "....esta micro...llega a Enea...eso es muy lejos....Y NO SE DEVUELVE, SE QUEDA ALLÁ ESTACIONADA". En este momento fue cuando empezó a sonar en mi cabeza la canción de Psycho y me imaginé lo peor: un botellazo en mi cara por parte de un bullanguero, pasar una de las primeras noches frías del año en un lamentable estado de euforia reprimido acompañado del sentido de supervivencia y el terror de morir violada por los chipamoglis autóctonos...básicamente, cobraron vida todos los prejuicios que heredé de mi mamá. Ahí ya habían pasado como 10 minutos desde que la señora me había dicho eso y, pa peor, acto seguido se bajó de la micro. De pronto me fui dando cuenta que a medida que la micro se acercaba a esta tal Enea se iba vaciando, y en un momento caché que era la única que estaba ahí dentro y más encima puro calentando el asiento. Cuando me percaté de que literalmente no tenía idea para dónde iba la micro decidí LLAMAR a Maxi y decirle con voz perseguida "estoy perdida, pasé el metro Barrancas ya y la micro va a algún lugar que no sé cuál es". Maxi, muy inteligente y tratando de calmarme, me dijo "¿por qué no le preguntas al chofer dónde están ahora?" y digo "bueno". Me paré de mi asiento para preguntarle al chofer dónde chucha estábamos y me dijo algo que no recuerdo. Cuando volví a ponerme el teléfono en la oreja anunciando las coordenadas de dónde me encontraba no hubo respuesta. Temblorosa, alejé el teléfono de mi oreja y lo miré de frente. Se me había acabado la batería. Dije "estas weás solo me pasan a mi" y me sobrepuse y dije "tengo que hacer algo...EUREKA!! Le pediré prestado el celular al chofer, OBVIO!" y así lo hice. Me esforcé para parecer más decente de lo que soy para que el chofer me encontrara confiable y digna de recibir ayuda y le dije "señor, tengo un gran problema: estoy perdida y se me acabo la batería del celular mientras le decía a mi pololo dónde estoy para que me venga a buscar...usted...me podría...prestar su...celular, por favor :D ?" y al tiro me dijo que bueno. Era un celular agilao, mucho mejor que el mío. Un samsung de esos que apenas caben en la mano. Llamé a Maxi y me contestó. Lo primero que me preguntó fue "¿de dónde me estai llamando?" y yo "Maxi, no es hora de preguntas como esa, estoy en TATATATATA y la micro llega a Enea". "¡¿Enea?! no tengo idea qué es eso pero quizás mi papá sabe. Te vamos a buscar, chao!".

Sí, al lado del aeropuerto, ahí es donde llegó su humirde narradora.

 Y el resto del camino fue un agradecimiento eterno al señor chofer por haber sido tan paleteado de prestarme el celular. Le empecé a preguntar sobre su vida y me contó que él manejaba micros desde antes del Transantiago, que prefería las micros amarillas. El recorrido de la 514 lo empezaba en las tardes y alcanzaba a hacer como 3 vueltas. Llegaba siempre a estacionar su micro a las 12 y tanto a Enea y de ahí tomaba un taxi hasta Las Rejas, lugar donde vivía con su señora e hijos. Al día siguiente de esto era el día del trabajador (1 de Mayo pa loh polloh)y tenía un almuerzo con los chiquillos conductores de los recorridos "quinientos". Le conté qué hacía yo, qué estudiaba, por qué me había perdido, lo tela que era mi pololo por irme a buscar a Enea y otras cosas. En plena conversa detuvo el bus (ya estábamos en Enea) y me dijo "ya señorita, aquí se tiene que bajar usted. Tome el celular, avise que va a estar esperando en el paradero que hay afuera de los estacionamientos del Transantiago". Llamé y repetí eso automáticamente sin siquiera saber qué estaba diciendo. Me bajé con cara de pollo desolado y me senté en lo que en realidad era un ALAMBRE más que un paradero. Se sabe que en Pudahuel corre viento y esa noche no fue la excepción. Pensé "qué pasa si es que Maxi y su papá no me encuentran?" "qué pasa si me tengo que quedar acá hasta mañana cuando empiecen a salir las micros?" de hecho hasta me puse a mirar posibles lugares para acurrucarme y dormir. Estuve ahí como 15 o 20 minutos, me aguaché a unos perros callejeros que andaban por ahí, pues pensé que en compañía de ellos me vería más natural del lugar y si alguien se me acercaba era cosa de hacer como que azuzaba a los perros pa que los patoh maloh salieran corriendo. Me avergüenzo de decir esto, pero me sentía como una vagabunda: olor a cerveza, no muy abrigada, sentada en un alambre balanceándome y con tres perros pegados a mis piernas. "Qué panorama tan indeseable, cómo quisiera estar en mi cama, sin frío, sin miedo, sin esperar a nadie". En medio de esta reflexión vi una silueta asomarse entre medio de las sombras. Era el chofer. Me paré esperanzada, debe haber pensado que lo miré con cara de "PAPÁAAA <3 con="" d="" de="" detalles="" dijo="" estabas.="" estacion="" expliqu="" i="" les="" llamaron="" lujo="" me="" nde="" y="" ya="">la máquina
 así que te voy a acompañar a esperarlos". En ese momento no podía más de ternura. No podía entender por qué alguien que no me conocía y que podría haber sido de otras mil formas conmigo era tan buena onda, siendo que ni siquiera se lo había pedido. Pensé "qué voy a hacer más que aceptar este gesto de buena onda gratuita". Estuvimos parados en la orilla de la calle un par de minutos y desde lejos vislumbré el ÚNICO auto que andaba por ahí a esa hora: eran ellos!!! Lo primero que quise hacer fue correr al auto pa capear rápido el frío. Y me acordé a quién iba a dejar ahí. Le agradecí de manera insistente al chofer por haberme acompañado y prestado su cel y haberme dejado esperando en un lugar seguro...le dije "siempre me subo a la 514 así que si lo vuelvo a ver le voy a decir 'usted es el que me salvó la vida!'". Lástima que pasó tiempo y nunca lo vi y después se me olvidó su cara.

Dónde andarás...


AGRADECIMIENTOS
A Don Chofer por haber hecho de mí una hija, polola, nuera, en fin, una persona menos aweonada y más vivaldi.
A Maxi por haberme ido a buscar, apapacharme ante tal condoro y hacer que nos riamos de la historia cada vez que la recordamos.
A mi suegro por haberse hecho el ánimo de ir a buscarme a esa hora.
A mi suegra por ese estupendo y reponedor té que me dio al allegarme a su casa en situación de "pobre weona que jura que sabe andar en micro".
A mis cuñados por quitarle importancia a mi condoro riéndose (me sirvió pa tomármelo más a la ligera).
A mi papá por haberme dicho "no lo encuentro chistoso" después de que le conté.

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