lunes, 14 de abril de 2014

Abuso del recurso

Ya que la publicación anterior causó risa y alegría en el público me dediqué a leerla y releerla para entender a qué se debía este éxito. Después de pensarlo un rato comprendí que era por lo penosa e improbable que era la situación. Y ya que durante toda mi vida he sido víctima de experiencias de este tipo (experiencias tan tontas y raras que la gente no cree que alguna vez me pasaron)  ahora contaré otra pero de hace unos buenos años atrás...

Corría el año 2005. Este fue el año en que empecé a asumir el rol que me correspondía como adolescente: empecé a guardar mis eternas croqueras dibujadas con monitos harto sugerentes para mis 15 años, guardé mi teclado que tocaba todo el día y al que le había pintado las teclas con imágenes de extraterrestres, guardé los discos de Charly y Morrissey que escuchaba sin parar donde fuera que estuviera, y empecé a hacer como que me interesaba conocer gente del sexo opuesto y a hacer que estos encuentros fueran los fines de semana en las noches. Nunca me sentí del todo cómoda con este rol, pero la parte que más me entusiasmaba era encontrar tema de conversación con los hombres, que gozaban de jugar nintendo, escuchar música y eructar, al igual que yo. Mi interés pocas veces fue más allá de eso, pero como gozaba de estas conversaciones en donde compartíamos estos hobbies, empecé a ir a los cumpleaños de estos personajes. Un día sábado del mes de Mayo (otra vez un mes helado) uno de estos amigos celebró su cumpleaños y nos invitó a mis compañeras y a mí. A pesar de que el cumpleaños era lejos uno de los móviles para ir era que iba a haber un proyector conectado a una consola de nintendo64 y que tendrían de invitado a Mario Kart. Conclusión: lo tenía que pasar la raja en ese cumpleaños. 


Y así lo hice. Sin embargo había un factor que no me permitía relajarme y disfrutar del todo: por esos años mi mamá padecía de un no menor descontrol de su personalidad y una patológica intolerancia a la frustración que la hacía básicamente un ser INSOPORTABLE, frente al cual siempre había que responder sonriendo, asintiendo y haciendo lo que ella quería porque si no...En fin. Mi mamá me había estado llamando toda la noche para saber cómo me devolvería a la casa. Y yo a las 22:00 le decía que me quedaba a alojar, a las 22:04 le decía que me volvía con alguien, a las 22:13 le decía que me quedaba a alojar donde una amiga y así...y a mi mamá le apestaban mis cambios de planes, cosa que siempre manifestaba. Nunca fue difícil enterarse que a mi mamá no le gustaban los cambios de planes y menos con la frecuencia con que yo los cambiaba. El asunto es que se empezó a enojar frente a mi indecisión y lo noté, por lo que decidí revelarle un plan "definitivo": me voy a alojar donde la Sofía. No tenía idea de si eso iba a ser así o no pero para que ella se quedara tranquila decidí mentir. 

Imagen que articula a la perfección la fascinación de jugar nintendo v/s el terror de hacer enojar a mi mamá

En adelante lo pasé la raja en el cumpleaños jugando MarioKart en esta tele gigante (creo que es lo único que recuerdo del cumpleaños, quizás fue lo único que hice). Llegó la hora de partir y a la Sofía la fue a buscar su papá. Yo de verdad pensaba irme a su casa, hasta que el tío me dice "Mane, si quieres te podemos ir a dejar a tu casa". Siempre he preferido mi casa sobre todas las cosas así que después de cachar que había llevado mis llaves dije "bueno, lléveme a mi casa". El tío detuvo el auto al frente del edificio donde vivía, yo me bajé, me despedí y dije "con este frío voy a gozar tanto entrar en mi cama!!". 

Abrí la puerta de la entrada al edificio (era de esos edificios antiguos sin conserje) y comencé a subir las escaleras (mi casa quedaba en el tercer y último piso). Mientras subía y buscaba las llaves para abrir la puerta pensaba "quieromicamaquieromicamaquieromicama". Llegué a la puerta de mi casa, frente a la cual me detuve. Inserté las llaves y sentí un placer tan grande cuando sentí que la puerta se abrió pero una decepción mayor al ver que a ese abrir de puerta lo detuvo la cadena de mierda con que las mamás miedosas las aseguran. Pensé "voy a llamar a mi hermana para que me venga a abrir" (nunca fue opción llamar a mi mamá para que me abriera, pues estallaría en furia). Marqué el teléfono, lo acerqué a la oreja y le digo "Tuto!" y me dice "su saldo es insuficiente para realizar este llamado". Empezando a entrar en pánico traté ilusamente de soltar la cadena con lo que mi mano me permitía. Después de tratar un rato me di cuenta de que era inútil, que no iba a poder soltar la cadena, por lo que traté de hacer ruidos para que alguien (que no fuera mi mamá) saliera. Lástima que mi mamá tiene el sueño tan liviano (una vez se despertó porque se sentía observada...POR UNA ARAÑA) que me di cuenta que no era una opción ponerme a gritar, porque la primera que escucharía sería mi mamá y me asesinaría. Igual lo intenté con unos susurros pero lo único que logré fue perder aire. 

Entrando a la fase de la resignación miré dónde me podría sentar que no fuera el suelo. El tercer piso tenía un par de plantas y un asiento bastante cómodo al que nunca le había encontrado la función. Este fue el momento en que dije "conque para eso sirve". Me senté en lo que fue mi lecho durante toda esa larga y fría noche a esperar que pasaran las horas para continuar con mi farsa sobre que había dormido en la casa de la Sofía. Estuve sentada en esa silla y dando vueltas por el pasillo entre las 3 de la mañana y las 8. Las cinco horas más largas y aburridas de mi vida. Esperaba que algún vecino llegara del carrete y viera a esta pobre y desamparada criatura y le ofreciera un pedacito de torta de trufa o de panqueque de naranja más que fuera po, pero no pasó nada. Justo ese día a todos los weoncitos se les ocurrió llegar antes que yo.  En esas horas realmente no pasó NADA. Tuve mucho tiempo para pensar en mí, para hacer y rehacer mi linea de la vida, decidir cuántos perros quería tener cuando tuviera mi propia casa, recordar los nombres de todos mis primos, inventar conversaciones ficticias y, cómo no, esperar la hora de hacer pipí y no tener dónde más que en el macetero de la planta que había al lado de la silla donde estaba sentada. 

Ficus ornamental. Siendo baño desde tiempos inmemoriales... ah no, desde el 2005.

De pronto comencé a caer en la cuenta de que estaba amaneciendo y esto me hizo un poco más feliz, sin embargo estaba cagada de frío y hambre. En esa silla no se podía dormir así que también moría de sueño. En eso sentí la puerta de abajo abrirse. Dije "bien!" un vecino me invitará a pasar a la casa y dormir en el sillón a la espera de una hora prudente para "volver a mi casa después de haber alojado donde la Sofía". El personaje se acercaba y mi felicidad aumentaba. Pero como su humilde narradora tiene tan mala cueva el personaje resultó ser el dueño del kiosko del frente que a las 7 am iba a dejar el diario en la puerta de algunos departamentos de mi edificio. Subió y se asustó cuando me encontró ahí. Le dije con voz de mierda "hola Lalo" (nos conocíamos) y me dijo "pero mijita, qué está haciendo ahí a esta hora!?" y le conté todo el show. El asunto es que me convenció de que me tenía que ir a acostar, que anoche había hecho frío y que necesitaba abrigarme y dormir, que cómo tan gil. Solo una persona como yo piensa tanto este tipo de cosas. 

Después de una hora (a las 8) dije "es el momento. tengo que entrar". Abrí la puerta (si es que puede considerarse "abrir" a dejar un hoyito por el que apenas pasa mi mano) y empecé "...mmmMMMAMÁAAAAaaa...." (léase con ese tono apestoso que adoptan las gatas cuando entran en celo)  reiteradas veces. En eso mi mamá se levanta, va a ver y se da cuenta de que soy yo. Con tono sorprendido me dice "pero Manena, tan temprano!" y yo, como soy muy creativa y tuve tanto tiempo para pensar en cómo iba a ser esta conversación, inventé que como el papá de la Sofía es geólogo tenía un viaje a Puerto Montt fijado para hoy en la mañana, y que me había visto despierta entonces me había ofrecido traerme. CHARÁN! Bravo, me merezco un Fondecyt después de haber encontrado tanta concordancia entre la teoría y la realidad. A mi parecer sonaba verosímil porque en esa época yo de verdad me despertaba (sin despertador) a las 7-8 am. No obstante, a pesar de que mi historia era muy creible, mi mamá no me creyó. Además de que andaba con cara de haber trasnochado, según mi mamá que cuando miento los ojos se me abren, y mientras más explicaciones me piden y trato de excusarme, más se me abren. Y empezó el interrogatorio
- Manena ¿dónde dormiste anoche?
- En la casa de la Sofía, mamá.
- Manena, no me mientas, te conozco ¿dónde dormiste anoche?
- ¡En la casa de la Sofía po, mamá! (aquí mis ojos se están saliendo)
- MANE.
- ¡Ay mamá!
- IIIIHHHH, te quedaste toda la noche en el cumpleaños MANENA!!
- Mamá ¡no! ¡te prometo que no! (era cierto lo que estaba diciendo)
- (riéndose) Manena, no me mientas, está bien, si uno hace esas cosas cuando es chico.
- Mamá, no me quedé toda la noche en el cumpleaños (mis ojos entre que se achicaban porque era verdad lo que decía pero también se agrandaban porque sabían que la hora de la verdad estaba cerca".
- ¡Pero Manenita, no me mien---
- Pasé la noche afuera
- C-c-cómo?
- Que pasé la noche afuera
- Afuera de qué?
- Del departamento. Dormí justo afuera del departamento
- Pero Manenita, afuera ahí en el pasillo?
- ....sí mamá.
- (incrédula) jajajajaja Mane, dime que carreteaste toda la noche.
- no mamá. Dormí en la silla que está allá afuera.
- (su cara cambió de la risa a la pena y empatía máxima) pero Manenita (y me abraza).


PIPIPIPIPIPIPIPIIIII


Mi mamá entre que se reía y se lamentaba de este improbable hecho. No entendía por qué mi mentira había llegado tan lejos y le expliqué que me daba miedo que se enojara (ustedes no lo entenderán, pero había razones para tenerle miedo a mi mamá enojada en ese tiempo) y se reía pero al mismo tiempo se sentía culpable de los efectos que estaban teniendo sus malas reacciones. Me preparó mi cama, tomé desayuno con ella y me acosté a dormir lo que no había dormido en toda la noche. Me desperté recordando que tenía que hacer un ensayo para filosofía para el día siguiente (Lunes) y dije: ni cagandoooooooooooooooooo. Me dio la clásica fiebre que me da cuando paso de largo en condiciones miserables (mis amigas de la u con las que he pasado de largo haciendo trabajos saben a lo que me refiero), pero al menos aprendí que:
1.- A menos que sea realmente imprescindible, no tengo que volver a mentirle a mi mamá
2.- Es verdad eso que dicen de que las mamás siempre perdonan a l@s hij@s
3.- Orinar encima de una planta como el ficus no tiene efectos nocivos sobre ella.
4.- La Dani es una gran amiga por haberme hecho el ensayo de filosofía luego de que le conté mi triste historia.

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